El acuerdo transitorio del g5+1 con Irán; la inestabilidad en Venezuela; la decisión de Ucrania de regresar a la órbita rusa en lugar de firmar un acuerdo de asociación con la UE; y el acuerdo de principio entre los gobiernos de España, Argentina y México para la indemnización a Repsol por la expropiación de YPF, demuestran que 40 años después del embargo petrolero de la OPEP a Occidente, la geopolítica mundial sigue condicionada en gran medida por la energía.
Las represalias de la OPEP por el apoyo de EE UU y sus aliados a Israel durante la guerra del Yom Kipur, en octubre de 1973, cuadruplicaron el precio del crudo, desatando convulsiones económicas cuyos ecos suenan hasta hoy. En términos reales, los precios del crudo siguen siendo cuatro veces más altos que en 1972. Desde 2011, los ingresos anuales por exportaciones de los países de la OPEP, que tienen el 70% de las reservas probadas de crudo, han superado el billón de dólares. Para liberarse de la dependencia de Oriente Próximo, diversos países comenzaron a desarrollar nuevos yacimientos y recursos energéticos y tecnologías que han conducido al boom del gas y el crudo de esquisto (shale) y las arenas bituminosas (tar sands) de Canadá.
A todo ello se añaden los avances de las energías renovables y del uso más eficiente de la energía. Como resultado, hoy la producción petrolera mundial es un 50% mayor que en 1973 y el consumo de petróleo de EE UU es un 7% menor. En octubre, por primera vez desde febrero de 1975, EE UU produjo más crudo del que importó, según la Energy Information Administration (EIA). Hoy la producción de EE UU, de 22 millones de barriles diarios (mbd), satisface el 85% de su demanda interna. Y el resto proviene…