El gasto militar global alcanzó los 1,6 billones de dólares en 2010, un 2,6% del PIB mundial, un aumento del 53% en relación a 2000 y equivalente a 235 dólares por cada uno de los habitantes del planeta. El comercio mundial de armas, que ronda los 70.000 millones de dólares anuales, opera de acuerdo a sus propias reglas, la mayoría con escaso escrutinio público, por lo que deja enormes beneficios a unos pocos y sufrimientos y miseria a millones de seres humanos.
La guerra civil siria, que ha causado ya 70.000 muertos, y la infiltración yihadista en Malí, que no habría ocurrido si no hubiesen caído en manos de Al Qaeda los arsenales de Muamar el Gadafi, nutridos durante 40 años por países de todo el mundo, son ejemplos ilustrativos de cómo el comercio irrestricto de armas mina la misma seguridad nacional que dice proteger. Por ello, hace siete años, diversos gobiernos y personalidades decidieron impulsar una convención internacional que regulara su comercio para garantizar la transparencia. Los mercados negros y grises de armamento implican a empresas, bancos, oscuros intermediarios, blanqueadores de capitales, criminales y gobiernos que utilizan las armas como un instrumento de su política exterior.
En la práctica, las fronteras entre esos dos mercados son difusas porque en muchas de las transacciones legales los sobornos y la corrupción son de rigueur. Según Transparencia Internacional, un 40% de los casos de corrupción en el mundo corresponden al comercio de armas.
Giuseppe Orsi, director ejecutivo de Finmeccanica, compañía italiana de defensa, fue detenido en Milán en febrero por haber sobornado en 2010 a funcionarios del gobierno indio encargados de aprobar un contrato de 750 millones de dólares de compra de helicópteros AW-101. India ha suspendido los pagos de la operación y anunciado que cancelará el contrato.
Durante la…