El premio por parte de la Comisión Europea a los dos ganadores del concurso Flagships, dotado con 1.000 millones de euros cada uno –el proyecto Grafeno, iniciativa para desarrollar un superconductor de electricidad 100 veces más fuerte que el acero; y el Human Brain Project (HBP), que busca simular el funcionamiento del cerebro humano con la ayuda de superordenadores–, es una clara señal de que la Unión Europea no quiere quedarse rezagada en la carrera científica y de reindustrialización.
El sector manufacturero representa hoy el 17,4% del PIB global, la cifra más alta en una década. La financiación de ambos proyectos, elegidos entre 26 propuestas, es la mayor inversión en I+D en la historia de la ciencia europea. El grafeno es el “material milagro” del siglo XXI, como el plástico lo fue en el siglo XX. Sus propiedades permitirán innovar en una diversidad de campos que van desde la electrónica y las energías renovables a la desalinización del agua marina y la biotecnología. En los últimos cinco años, universidades y compañías chinas han registrado 2.204 patentes vinculadas al grafeno, Estados Unidos 1.754 y Corea del Sur 1.160. Europa, en cambio, menos de 500, a pesar de que el material fue descubierto hace ocho años en un laboratorio británico.
Esto revela la capacidad europea para la investigación científica y, al mismo tiempo, su pobre desempeño cuando se trata de buscar aplicaciones comerciales a sus descubrimientos. Pero la ue puede recuperar el tiempo perdido. Debido al alza creciente de los costes laborales en países como China o India, del orden del 10-20% anual en los últimos 10 años, y de los costes de transporte, la externalización (outsourcing) ya no implica –o exige– trasladar la producción a países con mano de obra más barata (off-shoring).
Por otra parte,…