Las críticas de Barack Obama a Mitt Romney, su rival en las presidenciales de noviembre, por su trayectoria como hombre de negocios, durante la que amasó una fortuna de 250 millones de dólares, son una clara señal de que la carrera a la Casa Blanca se librará este año en un terreno poco habitual en un país en el que la riqueza es vista como la encarnación misma del “sueño americano”.
Los republicanos han atacado a Obama por apelar a la “lucha de clases” y la estigmatización de los ricos. El presidente ha aclarado que le “encanta” que la gente se haga rica, pero que quiere asegurar que todos tengan la oportunidad de serlo, subrayando que los ricos deben pagar más para que la clase media pague menos. Obama sabe que está incidiendo en el flanco más vulnerable de Romney, que solo en junio recaudó más fondos que George W. Bush a lo largo de toda su campaña de 2000. Después de mucha presión mediática, Romney accedió a hacer pública su declaración de impuestos de 2010, en la que aparecían retenciones gravadas con una tasa del 15%, muy por debajo del 30% que paga la clase media, y donaciones por valor de casi cuatro millones de dólares a la iglesia mormona, de la que fue obispo.
Varios medios han publicado pruebas de que Romney tiene nueve cuentas bancarias en Suiza y otros paraísos fiscales como las islas Caimán y Bermudas. Antes de entrar en política, Romney fundó una firma de prívate equity, Bain Capital, que según The Washington Post invirtió en compañías especializadas en ayudar a otras empresas a trasladar empleos al exterior.
La imagen que proyecta todo ello es la de un empresario que aprovecha todos los medios que la ley le permite para pagar menos impuestos, lo…