Si hay un factor que contribuye a explicar la actitud asertiva de Alemania frente a sus socios de europeos del Sur es que cada vez depende menos de ellos para su prosperidad económica. El crecimiento de la economía alemana fue del 0,5% en el primer trimestre de 2012, el más alto de la UE, debido, sobre todo, al crecimiento de sus exportaciones a China, un país con el que ha creado una suerte de simbiosis: tecnología a cambio de mercados. Según el banco italiano UniCredit, las exportaciones a China contribuyeron un 0,5% al crecimiento alemán en 2011 (3%). Alemania representa casi la mitad de las exportaciones de la UE a China: 65.000 millones de euros en 2011, un 50% más que en 2007. Por su parte, un 25% de las exportaciones chinas a la Unión se dirigen a Alemania.
Si Europa no ha perdido cuota de mercado en China en estos últimos años, al contrario que Japón o Estados Unidos, se debe esencialmente a Alemania. En 2010 su comercio bilateral aumentó un 34%, hasta 181.000 millones de dólares.
En un reciente informe del European Council on Foreign Relations, sus autores, Hans Kundnani y Jonas Parello-Plesner, sostienen que a medida que el poder global se mueve hacia el Este, la “relación especial” sino-germana amenaza con desestabilizar la posición europea general en el gigante asiático en cuestiones como derechos humanos, cambio climático y la política exterior común de la UE. Comercialmente, por ejemplo, lo que suceda a Grecia es irrelevante para Alemania, dado que ese país solo recibe el 0,5% de sus exportaciones. Según el Bundesbank, el superávit por cuenta corriente de Alemania con sus socios europeos se redujo de 108.000 millones de europeos en 2007 a 57.000 en 2011.
El peligro de ello es que en sus relaciones con China,…