En su discurso ante la Cumbre del Clima en Madrid, la célebre activista sueca Greta Thunberg dijo que la esperanza del cambio en la defensa medioambiental no proviene ‘de los gobiernos o las empresas, sino de la gente’. Esa afirmación, sin embargo, evade una verdad incómoda: respuestas personales como dejar de viajar en avión o comer carne sirven de poco sin políticas públicas.
Grandes compañías y multinacionales aseguran que sus productos son reciclables como un reclamo publicitario, sin que haya mucho de cierto en ello. Según la ONU, el 57% de los plásticos en África, el 40% en Asia y el 32% en América Latina ni siquiera se recoge. El agua embotellada mueve en el mundo unos 100.000 millones de dólares anuales pero el agua en sí apenas supone el 1,5% del precio de las botellas; el 81% no se reciclan.
El actual consumo per cápita de plástico es de unos 100 kilos en América del Norte y Europa occidental, frente a los 20 kilos de Asia. Cada año se produce plástico por valor de 600.000 millones de dólares. El sector creció a una media del 8,7% entre 1950 y 2015. El 32% de los empaquetados plásticos no se recicla y después de su breve uso inicial, unos 12 minutos, se pierde el 95% de su valor material.
Un 4% de la producción mundial de petróleo se dedica a fabricar plásticos y otro 4% a suministrar la energía necesaria para su fabricación. Solo el Danubio arroja 4,2 toneladas de plástico a diario en el mar Negro.
El caso de la chatarra electrónica (e-waste) es similar. Hasta el 1 de enero de 2018, EEUU y la UE enviaban a China el 30% de sus desechos plásticos y electrónicos. Desde entonces, Pekín prohíbe importar 24 tipos de yang laji (basura…