La denuncia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas sobre la “complicidad” de EEUU, Reino Unido, Francia y otros países europeos con la coalición liderada por Arabia Saudí en los crímenes de guerra en Yemen, va a marcar la agenda del nuevo jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
Entre 2013 y 2017, París y Londres fueron los mayores suministradores de armas a Riad, solo por detrás de EEUU. El reciente bombardeo de refinerías saudíes con drones, probablemente iraníes y suministrados por Teherán a los rebeldes huzíes yemeníes, ha demostrado el peligro que supone arrojar gasolina en un incendio con la supuesta intención de apagarlo.
Las exportaciones de armas de la UE representaron un 27% del total global entre 2014-18, solo también después de EEUU. La regulación de esas transferencias va a ser por ello, una pieza clave de la política exterior comunitaria.
La francesa Sylvie Goulard se hará cargo de un recién creado directorio general para el Espacio y la Industria de Defensa que multiplicará por 10 el presupuesto de defensa de la UE, de 2.800 millones de euros a 22.500 millones.
Hasta ahora esos asuntos han tenido un papel marginal en Bruselas. Defensa es un sector que los gobiernos nacionales consideran exclusivo de su soberanía. De hecho, la nueva presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, asegura que la UE nunca será una alianza militar y que en ese campo seguirá dependiendo de la OTAN.
Los nuevos fondos, añade, se dedicarán a profundizar el pacto de 2017 sobre integración defensiva, lo que incluye la exportación de armamento a terceros países. Según advierte un reciente informe del Centre for European Reform (CER) de Londres, la falta de coordinación y políticas coherentes y creíbles en ese terreno puede minar la propia seguridad colectiva de la UE.
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