La visita del presidente chino, Xi Jinping, a una planta de procesamiento de tierras raras en Ganzhou (Jiangxi), lanzó un mensaje inequívoco a Washington: si persiste en su guerra comercial, los 17 elementos necesarios para la vida moderna (escandio, itrio y 15 lantánidos) se convertirán en un arma más en la lucha por la supremacía tecnológica mundial.

China tiene dos quintas partes de las reservas mundiales de tierras raras. En 2018 supuso el 70% de la producción mundial frente al 95% de 2010. Lo más importante es que un 90% de los productos manufacturados a partir de tierras raras –un complejo y costoso proceso que consiste en convertir los óxidos minerales en metales y estos en imanes para vehículos eléctricos, turbinas eólicas o sistemas de navegación de misiles– son made in China.

Deng Xiaoping equiparó la importancia estratégica para China de ese recurso con la del petróleo en Oriente Próximo. En 2018, EEUU importó de China solo el 3,8% de los metales procesados de tierras raras que consume, pero el 80% de los imanes para su industria procedió de China.

Pekín subvenciona la industria y muchas veces vende los insumos y productos por debajo del coste de producción para garantizar la continuidad de su monopolio. EEUU solía fabricar imanes de neodimio con boro que guían los misiles a su objetivo, pero hoy los compra casi todos a China, una de las mayores vulnerabilidades de su cadena de suministro global.

«Los países desarrollados prefirieron que China asumiera en solitario la producción de los elementos de tierras raras por su peligro radiactivo»

Las refinerías utilizan tierras raras como catalizador para producir gasolina y queroseno de aviones. Los imanes son ubicuos además en audífonos, baterías y electrónica de consumo. En defensa, son indispensables para radares y sonares avanzados, sistemas de…