A pesar de sus éxitos económicos, el primer ministro griego y líder de Syriza, Alexis Tsipras, no ha superado el cansancio de los griegos con sus políticas de ajuste. La mayoría de encuestas vaticina que la conservadora Nueva Democracia (ND) ganará las elecciones anticipadas de julio.
Si se cumplen las previsiones, en Atenas habrá una restauración dinástica porque el líder opositor, Kyriakos Mitsotakis, es hijo del exprimer ministro, Constantinos Mitsotakis, líder de uno de los partidos responsables de la debacle que forzó un rescate europeo y las medidas de austeridad de la troika.
La reciente subida de las pensiones o del sueldo mínimo no han servido de mucho a la intención de voto de Syriza. ND la derrotó en las elecciones europeas, desplazándola al segundo o tercer lugar prácticamente en todas las circunscripciones.
ND logró el 33,28% de voto en las europeas (siete escaños), Syriza apenas llegó al 23,94% (seis). Los conservadores ganaron además en 12 de las 13 regiones, entre ellas Atenas. Syriza solo conservó Creta.
Por lo visto, a la hora de elegir a quien tiene que aplicar políticas ortodoxas, los griegos prefieren el original y no la copia de alguien que las cumple obligado por las circunstancias y las exigencias de Bruselas.
Mitsotakis tiene el apoyo de la castigada clase media pero también de amplios sectores de menores ingresos, que no perdonan a Syriza el incumplimiento de su promesa de campaña: evitar el “austericidio”.
Tras su victoria en septiembre de 2015, Tsipras entregó las riendas de la economía a su heterodoxo ministro de Finanzas, Yanis Varufakis. Esa relación acabó en cuanto Varufakis se topó con el muro de la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo, que vetaron sus veleidades fiscales y forzaron su salida del gobierno pocos meses después. La…