Emmanuel Macron ha emprendido en Francia una auténtica cruzada contra los sindicatos ferroviarios para privatizar la red, apoyada por los electores, mientras en Reino Unido no deja de crecer la tendencia contraria, la renacionalización, también respaldada por los británicos.
Lo paradójico es que a ambos lados del canal de La Mancha los gobiernos buscan idénticos propósitos: mejorar la calidad del servicio y bajar los precios. Reino Unido se puede plantear desandar lo andado y devolver los trenes al Estado porque el Brexit le va a dejar las manos libres en ese y otros asuntos.
Francia, por el contrario, se ha comprometido con Bruselas a privatizar para 2021 la oferta de servicios, abriendo la red de vías férreas a la competencia privada, con lo que la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses (SNCF, en francés), que no será privatizada, perderá su más que centenario monopolio.
París sostiene que la apertura mejorará el servicio y reducirá los costes, que no han dejado de subir en los últimos años. Según el primer ministro, Édouard Philippe, el Estado paga actualmente un 22% más para financiar la SNCF que hace 10 años. Así, no extraña que Macron quiera aprovechar la oportunidad que le brinda Bruselas para reformar el sistema, controlar a los sindicatos de la SNCF y disminuir su deuda, de 46.000 millones de euros.
El gobierno aprobará pronto un plan de ajuste que reducirá los privilegios laborales de los 130.000 empleados de la SNCF, los llamados cheminots, que entre otras cosas se pueden jubilar a los 55 años con sus sueldos íntegros.
Pero los sindicatos no se van a quedar cruzados de brazos: han programado la que puede ser la mayor ola de huelgas ferroviarias de la historia de Francia. En las próximas semanas –y quizá meses– los trenes circularán con normalidad tres…