Vladimir Putin aprovechó el discurso del estado de la nación, a dos semanas de las elecciones, para presentar un arsenal futurista que calificó de “invencible”. Lo que confirma un antiguo dicho atribuido a Pyotr Stolypin, ministro del Interior de Nicolás II, el último de los zares: “Nada hay más peligroso en Rusia que la apariencia de debilidad”. Convencido de que el respeto internacional solo se obtiene por la fuerza militar, Putin quiso dejar claro que Rusia no piensa quedarse atrás en la nueva carrera nuclear anunciada por el último Nuclear Posture Review (NPR) del Pentágono.

Para subrayarlo Putin presentó, mezclando realidades con proyectos más o menos avanzados, el RS-28 Sarmat, un misil balístico intercontinental (ICBM) capaz de albergar hasta 15 cabezas nucleares y con más de 10.000 kilómetros de autonomía de vuelo. Asimismo, habló del Avangard, otro ICBM “hipersónico” que sobrepasa 20 veces la velocidad del sonido y podría superar cualquier sistema de defensa antimisiles por su capacidad para volar bajo y cambiar la trayectoria de vuelo para hacerla imprevisible, lo que dejaría obsoletos los interceptores que EEUU tiene desplegados en Alaska y Hawai. También mencionó el Status-6, un dron submarino de alta velocidad armado con un torpedo nuclear de 100 megatones, y el Kinzhal, un sistema de láseres móviles y hasta un nuevo misil de crucero de alcance prácticamente ilimitado al estar propulsado por un reactor nuclear.

En teoría los misiles hipersónicos podrían impactar sobre cualquier punto del planeta en menos de una hora, reduciendo así al mínimo la capacidad de respuesta enemiga. A esa velocidad un avión cubriría la distancia entre Nueva York y Los Ángeles en menos de 12 minutos, algo que nadie ha logrado aún.

Todas esas tecnologías están en una fase temprana de desarrollo, por lo que los expertos en defensa occidentales creen que los…