La asombrosa escalada del bitcoin a lo largo de 2017, sobre todo en las últimas semanas, está desconcertando a los medios financieros. La moneda virtual –o criptomoneda– que solo valía 8,7 dólares en 2011, empezó el año en 900.
En septiembre estaba en los 5.000 y el 11 de diciembre en los 17.000, cotización que alcanzó en su desembarco en el mercado de futuros de Chicago (CBOE), donde subió un 25% en una sola sesión.
La entrada en Chicago representa la puesta de largo de la criptomoneda, que hasta ahora se movía en los aledaños del sistema. De hecho, solo se podía adquirir en intercambios entre usuarios. El CBOE no ha sido el único en darle entrada. El 18 de diciembre el bitcoin empezará a ser negociado también en la Chicago Mercantile Exchange y en 2018 en el Nasdaq y Tokio.
Pero pese a esas muestras de aceptación, el mundo financiero sigue dividido respecto a sus supuestas virtudes. Para actuar en el mercado de futuros, los inversores necesitan el apoyo de un banco creador de mercado, que asume con ese paso un grave riesgo por las posibles pérdidas que conlleva.
La gran banca de inversión de EEUU, integrada en la Futures Industry Association (FIA), ha advertido que se deben revisar tanto el proceso de los futuros sobre el bitcoin como los riesgos asociados a su cotización. Según la FIA, a su elevada volatilidad se suma el riesgo de manipulación o inexactitud de los precios, los fraudes y los problemas operativos de su uso. De hecho, si un operador del mercado de futuros quiebra, la Cámara de Compensación, fundada por los bancos de inversión, cubre su apuesta ante el resto para evitar operaciones fallidas. Pero la desconfianza es tal que la mayoría de los grandes bancos ha decidido no operar con…