Arabia Saudí está comenzando a reconocer que su decisión de dejar que el mercado fije los precios del petróleo ha sido perjudicial para sus intereses y los de la OPEP, ahora empeñada en lograr un acuerdo para recortar la producción y así mejorar los precios. En su última reunión en Argel, el 28 de septiembre, los 14 países miembros acordaron reducir su producción de los 33 millones de barriles diarios (mbd) actuales a 32,5 millones. Sin embargo, el cártel tendrá que decidir el 30 de noviembre quién recorta y cuánto, una decisión que nunca ha sido fácil.
La rectificación de la OPEP es la confesión de un fracaso. De los 90 dólares que alcanzó el barril en 2014 se ha llegado a los 50 actuales, lo que ha creado graves problemas financieros en todos los países productores, incluidos los del Golfo. El déficit presupuestario saudí ha obligado a Riad a bajar un 20% los sueldos de los funcionarios. El 70% de la fuerza laboral saudí trabaja para el Estado. En Venezuela la economía se contraerá este año un 10%.
La estrategia saudí tampoco ha logrado sacar del negocio a los productores de shale oil de Estados Unidos. La mayoría de los operadores ha sobrevivido con 50 dólares el barril. La producción petrolera del país solo ha bajado de 9,6 mbd en junio de 2015 a los actuales 8,65 mbd. Y si el barril se pone a 60 dólares, pronto recuperará el terreno perdido.
Aunque el acuerdo de Argel produjo una inmediata subida del 5% del crudo, la mayoría de expertos cree que el repunte es solo temporal, dado que los recortes propuestos suponen menos del 15% de la producción mundial. La OPEP en su conjunto solo representa ya el 40% de la producción global.
Muchos de los grandes productores –entre…