INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1000

ISPE 1.000. 5 septiembre 2016

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Los arrecifes de Cabo Pulmo, en el mar de Cortés, en el extremo sur de la península de Baja California (México), fueron durante siglos el sustento de una pequeña aldea de pescadores. Pero cuando la riqueza ictiológica de la zona comenzó a ser explotada masivamente en los años cincuenta del siglo XX con redes de arrastre y barcos factoría, su biodiversidad colapsó. Hacia 1980 el arrecife era un desierto marino.

Años después, debido a la presión de la población local, Cabo Pulmo fue declarado una reserva natural y se prohibió la pesca en sus aguas. Desde entonces, su biomasa marina se ha más que cuadruplicado. El ecoturismo es hoy la principal fuente de ingresos de sus pobladores, proveyéndoles de un medio de vida con el que la pesca no puede, ni de lejos, rivalizar.

La fundación ecologista Mission Blue, que preside la oceanógrafa estadounidense Sylvia Earle, ha nombrado Cabo Pulmo como uno de los 200 Hope Spots de los océanos mundiales, es decir, zonas que pueden conservar su gran biodiversidad si se vetan actividades extractivas en sus aguas.

Actualmente, solo el 2% de los océanos y mares del mundo tienen algún tipo de protección. Según Earle, esas zonas protegidas tienen que multiplicarse al menos por diez para 2020. La humanidad se juega mucho en ese empeño. Los océanos desempeñan un papel clave en el clima, los ciclos globales pluviales y del oxígeno, el nitrógeno y el carbono, todos ellos vinculados a la existencia de vida en los océanos. Aún hay tiempo. Todavía están casi intactos la mitad de los arrecifes coralinos del planeta, pero pueden desaparecer en los próximos 50 años si no se toman medidas preventivas.

 

Reserva Hawai

 

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