Tras las revoluciones, los partidos islamistas prestan cada vez más atención a la web 2.0. El riesgo es que decidan utilizarla más como medio de propaganda que de diálogo.
Tras el estallido de la llamada Primavera Árabe, la relación de los movimientos islamistas con la web 2.0 se ha visto, por así decirlo, ignorada. La cobertura mediática de las revueltas árabes, que hacía hincapié en el presunto poder liberador de los nuevos soportes, se ha centrado en los actores más “telegénicos”: los jóvenes activistas con look occidental que, queriéndolo o no, se han convertido en símbolos del despertar árabe.
Es verdad que después de la victoria de Ennahda en Túnez y de los Hermanos Musulmanes en Egipto, el foco ha vuelto a posarse en gran parte en los actores de la matriz islamista. No obstante, se habla poco de la relación de estos con las nuevas tecnologías, que suelen asociarse a protagonistas en apariencia muy alejados del islam político.
Una laguna aún más sorprendente si tenemos en cuenta que no solo engloba los movimientos islamistas más estructurados, como los Hermanos Musulmanes y Ennahda, sino también todas las jóvenes corrientes que se desenvuelven perfectamente con las nuevas tecnologías digitales y cultivan valores próximos al islam político, aunque sin militar en el seno de los movimientos tradicionales.
Y, sin embargo, los círculos políticos de corte islamista han sido de los primeros del mundo árabe en utilizar los nuevos soportes: desde mediados de los años noventa, han abierto foros y sitios web como IslamOnLine, que brindaba a los usuarios un espacio de interacción y debate. El fenómeno de los blogueros también ha contagiado la escena islamista, en cuyo seno se ha desarrollado una de las comunidades más activas de Egipto, a partir de la creación, de la mano de Abdel Moneim Mahmud, del…