La percepción de que la presidencia irlandesa de la UE fue un éxito y logró resultados ha contribuido a un sentido de renovado optimismo en un país camino de la recuperación económica.
Irlanda y España son países de vocación europeísta. A pesar de las referencias en los medios a países periféricos, realmente no se les puede considerar como tales. La crisis económica y financiera ha demostrado la centralidad de la Unión Europea para lograr una recuperación sostenible. Por ese motivo España apoyó en todo momento las metas de la presidencia irlandesa de la UE, durante el primer semestre de 2013, centradas en la estabilidad, el empleo y el crecimiento. En reuniones bilaterales a distintos niveles, incluido el encuentro entre el primer ministro irlandés, Enda Kenny, y el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, en Granada en abril de 2013, hubo unanimidad sobre los objetivos precisos a alcanzar, sobre todo respecto a los presupuestos de la UE, la reforma de la política agrícola común (PAC) y los avances hacia una unión bancaria, de interés directo para nuestros dos países. En todo momento, Irlanda se sintió respaldada por España en el logro de sus metas como presidencia.
La presidencia irlandesa del Consejo de la UE, la séptima desde que entró a formar parte de la Comunidad Económica Europea en 1973, coincidió con un momento de grandes retos para Irlanda y el resto…