Superar la grave crisis económica y política, reducir la violencia, mantener la unidad nacional o neutralizar la injerencia externa, son algunos de los retos de Irak.
A pesar de lo que cabría deducir en primera instancia del efecto mediático que sitúa a Mosul como el principal problema que hoy tiene Irak, la realidad se empeña en demostrar que la agenda nacional está repleta de otros asuntos, tanto o más complejos de gestionar. Evidentemente, la reconquista de Mosul es una prioridad destacada, pero no lo son menos encontrar una salida a la grave crisis económica y política, reducir a niveles soportables el grado de violencia que asola las calles de buena parte del país, mantener la unidad nacional y suavizar al menos las visibles tensiones entre el gobierno regional kurdo de Erbil y el gobierno central de Bagdad o neutralizar los intentos de actores externos por manipular en su beneficio lo que ocurra en Irak. Y en ninguno de estos frentes tiene Haidar el Abadi, en su calidad de primer ministro, garantía alguna de salir airoso.
Ofensiva contra Daesh en Mosul
En el primer ámbito, la campaña militar para expulsar a Daesh de la segunda ciudad del país lleva semanas en marcha, sin que se adivine todavía el momento en el que se pueda proclamar victoria. Es obvio que, dada la abrumadora superioridad de las fuerzas atacantes, resulta altamente probable que la conquista de la ciudad se producirá en breve plazo. Con ese objetivo, y con una implicación militar estadounidense difícilmente disimulable, están colaborando tanto las fuerzas armadas iraquíes, atacando desde el Sur, como los peshmergas kurdos, avanzando desde el Norte y el Este. A ellos se unen la Policía Federal, en labores de limpieza de localidades próximas a Mosul, así como diversas milicias chiíes entre las que destacan las…