El Consejo de Seguridad ha adoptado por unanimidad la resolución presentada por Estados Unidos por la que se legitima su presencia en Irak. El texto, que reconoce un papel crucial a las Naciones Unidas, no fija fechas para la devolución de su soberanía al pueblo iraquí. La espiral de violencia de la posguerra ha actuado como estímulo a favor de EE UU, incluso en los gobiernos alejados de la concepción americana del conflicto. Los gobiernos francés, alemán, ruso o chino han adelantado su decisión de no enviar tropas a Irak y de participar moderadamente en la reconstrucción del país.
Las señales emitidas por la economía americana son contradictorias. De una parte, el déficit del Estado federal sigue aumentando (374.000 millones en los primeros nueve meses, lo que hace esperar un volumen anual superior a los 500.000 millones) mientras el peso de la deuda lastra la recuperación. Durante los dos últimos ejercicios de la presidencia de Bill Clinton, el superávit registrado figuró entre los más altos desde el fin de la Segunda Guerrra mundial. De otro lado, el crecimiento vuelve a hacerse presente, con un aumento que podría llegar al seis por cien durante el tercer trimestre. Por hoy, la decisión presidencial de bajar los impuestos ha creado más problemas que soluciones, en un país en el que el gasto público aumenta, mientras el recorte de los impuestos, que beneficia sobre todo a los contribuyentes ricos, priva al Tesoro de 1,7 billones de dólares.
Los tipos de interés están en el nivel más bajo. Las cifras de desempleo registran una mejoría, 57.000 nuevos puestos de trabajo en septiembre: buena noticia para George W. Bush, a quien el Partido Demócrata tacha de ser el presidente que ha perdido más empleos, 2,8 millones, desde Herbert Hoover en la crisis de 1929. Entretanto el…