Argelia, Libia, Marruecos y Túnez perciben un tercio de la inversión extranjera directa en África. A pesar del atractivo de estos cuatro países magrebíes, el desconocimiento de su entorno económico y empresarial, la inestabilidad política y el intervencionismo en la economía frenan la llegada de capitales de la Unión Europea a la región.