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Inversiones directas españolas: mitos y realidades

Alfredo Arahuetes y Robert Robinson
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La intensa inversión en América Latina en los noventa creó el mito de que las empresas españolas priorizaban la región en su proceso de expansión. Una realidad menos conocida  indica que en el periodo 1993-2009 en conjunto, la UE-15 atrajo el 55 por cien de la IED española.

xiste la percepción, muy extendida en la opinión pública tanto a nivel nacional como internacional, de que la impresionante expansión de las inversiones directas de las empresas españolas durante las dos últimas décadas, se ha localizado de forma predominante en América Latina, y que es escasa su presencia en otras partes del mundo. Sin ninguna duda, en la década de los noventa las compañías españolas orientaron su estrategia de internacionalización hacia Latinoamérica, y España se convirtió, en muy poco tiempo, en el segundo país inversor directo en la región, sólo por detrás de Estados Unidos. Fue un proceso sorprendente tanto por su dimensión como por su diversificación en un amplio número de países de la región. El fenómeno pronto llegó a las portadas de las principales revistas económicas americanas que le bautizaron, no sin intención de colocar cierta sombra de sospecha, como la llegada de los “nuevos conquistadores”. La parada súbita de la entrada de capitales, a consecuencia de la crisis asiática y sobre todo de la crisis rusa, determinaron una oleada de crisis en los países de América Latina y la reducción del ritmo de inversiones directas internacionales. Aún así, las inversiones de las empresas españolas mantuvieron todavía cierto grado de impulso. Este ciclo expansivo comenzó a desacelerarse principalmente en 2001 cuando se sintieron los efectos negativos de la crisis de la economía de EE UU, que empezó en el primer semestre de 2000.

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