El control del suministro de combustible nuclear otorga un enorme poder político y económico. Frente a los riesgos de un enriquecimiento descontrolado, existen propuestas para ofrecer un acceso fiable al combustible y la gestión de los residuos evitando la proliferación.
El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Frank Walter Steinmeier, ha propuesto establecer en un territorio internacionalizado –una burbuja dentro de la soberanía de algún país– un complejo industrial para el enriquecimiento de uranio bajo el control técnico y la autoridad internacional del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Esa propuesta de fideicomiso internacional se presentó el 19 de septiembre de 2006 durante una sesión especial del OIEA dedicada al enriquecimiento del combustible, y ha surgido en medio del pulso de Irán a la comunidad internacional y de las negociaciones UE 3+3 con Teherán.
En su reto político, Irán ha planteado su derecho a enriquecer uranio; superación de los viejos pactos coloniales que apartaban al colonizado del control de la reconversión de las materias primas. Los países del Movimiento No Alineado y hasta cierto punto China secundan dialécticamente a Irán en dos extremos: el derecho inalienable de los Estados a desarrollar sus propios recursos, el de enriquecer uranio para fines pacíficos y el de que el suministro de energía no dependa de la política internacional ajena. La propuesta alemana ofrece alternativas dialécticas a tal argumentación: introduce una solución internacional multilateral, que evita que el control del ciclo de combustible nuclear quede localizado en un solo territorio nacional soberano (una de las condiciones de Irán) y confía al control del OIEA la garantía de no proliferación.
El enriquecimiento de uranio y el reprocesamiento del combustible no son cuestiones neutrales. Los protagonistas del desarrollo nuclear han tratado de mantener fuentes, conocimientos y tecnologías para sí mismos y han sido poco propensos a…