Es sabido que la Unión Europea (UE) está rezagada en términos de productividad y competitividad frente a las principales potencias mundiales, Estados Unidos y China fundamentalmente, y también frente a algunas economías asiáticas. El peso de la economía de la UE en el mundo está reduciéndose y se enfrenta a retos diversos y de gran calado que requieren de un nuevo rumbo, no solo en el tipo de medidas que se deben adoptar, sino en la urgencia en el grado de acción. Europa no se puede permitir seguir ampliando su diferencial en retos tan relevantes como el tecnológico, la seguridad de abastecimiento y la industrialización, entre otros.

El tejido empresarial considera que la mejora de la competitividad debe de ser una de las prioridades de la política económica de los gobiernos europeos. Los próximos años son claves y suponen una oportunidad para que la UE sitúe la competitividad en el centro de sus políticas y adquiera una mayor fortaleza en el contexto internacional. Las empresas españolas estamos comprometidas a ser parte de la solución desde la colaboración público-privada.

La Unión Europea debe situar la competitividad en el centro de sus prioridades, esto es, como un elemento intrínseco de su estrategia. El entorno mundial es muy exigente y la competencia es cada vez mayor. Para que la UE no siga perdiendo peso en la economía mundial, continúe siendo un polo atractivo para la inversión y los negocios, y mantenga el estándar de calidad de vida de todos los ciudadanos europeos, con un modelo de Estado de bienestar que es único y puede considerarse el mejor del mundo, es necesario poner el foco en la productividad, en la competitividad y en la agilidad y premura para implementar los cambios.

Viejos problemas

Los problemas de competitividad y escaso crecimiento de la productividad…