La Unión Europea está a la cabeza del mundo en igualdad de género nominal, pero la igualdad real entre hombres y mujeres continúa siendo una asignatura pendiente. Una ley alemana sobre acceso a puestos directivos reaviva un debate nada nuevo: ¿cómo trasladar una igualdad sellada desde hace décadas sobre el papel al mundo real?
La democristiana Angela Merkel lleva 15 años al mando de la primera potencia europea. Agota en estos días los últimos coletazos de su tiempo como canciller, pero parece dispuesta a continuar logrando hitos para la transformación de Alemania. Su coalición con los socialdemócratas acaba de aprobar una ley que obliga a las grandes compañías a incluir al menos a una mujer en sus órganos directivos (si estos tienen tres o más miembros).
La medida es importante. La alta dirección, en Alemania y en el resto de la UE, continúa en manos de los hombres. Sobre el papel, nada debería impedir que las mujeres alcanzasen los mismos puestos de responsabilidad, pero los “techos de cristal” siguen limitando el ascenso de mujeres con talento. En los órganos de dirección de las compañías que cotizan en el índice Dax alemán, el 12,8% son mujeres. En Reino Unido y Estados…