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Igualdad de género: difícil, pero no imposible

Meritxell Batet
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Los avances en igualdad de género no son fruto de ninguna autorregulación espontánea, sino de la energía política con la que los gobiernos impulsan legislaciones que contribuyen a generar consensos sociales de respaldo a la igualdad entre el hombre y la mujer.

Es indudable que las mujeres ocupan una posición en la España del siglo XXI inédita en nuestra historia. Los avances son notables en todos los ámbitos: desde la política al empleo, pasando por la propia consideración que tiene la mujer en el seno de la sociedad. Definitivamente, la situación de las mujeres en España es radicalmente distinta a la que se vivía en el pasado. Los avances están ahí −y debemos felicitarnos por ello−, pero siguen siendo insuficientes si queremos que se materialice una igualdad de género plena entre hombres y mujeres.

La historia es poco conocida. Sin embargo, resulta reveladora, ya que constata de dónde venimos y lo que se ha logrado en los dos últimos siglos. La mujer que redactó la Carta de Derechos de la Mujer y la Ciudadana durante la Revolución Francesa, Olimpia de Gouges, fue ejecutada por ello. Lo sorprendente es que su muerte no recae sobre la conciencia de los reaccionarios que trataban de oponerse al avance del progreso, sino sobre sus propios correligionarios. Fueron los revolucionarios franceses los que se negaron a admitir que la mujer fuera igual al hombre. De ahí que su sacrificio nos advierta todavía hoy de que incluso en uno de los momentos más brillantes de la historia de Europa, la mujer siguió siendo despreciada al ser tenida como inferior: una criatura que no merecía plenitud de derechos y que debía vivir relegada al papel de mero apéndice del hombre. Ello sigue proyectándose inconscientemente como una inquietante posibilidad en nuestros días.

 

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Si eso sucedía en…

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