Historias de infancia, historias de superación

«No seamos sectarios –decía Benedetti–: la infancia es a veces un paraíso perdido. Pero otras veces es un infierno de mierda». En el 25 aniversario de la firma de la Convención de los Derechos del Niño, seleccionamos una serie de libros protagonizados por niños donde conviven el horror y la alegría. Excelentes ejemplos de historias de superación, todas están marcadas por el afán de una vida mejor. De Asia a América Latina, sin olvidarnos de África.

Cometas en el cielo (Salamandra, 2003) y Mil soles espléndidos (Salamandra, 2007)

Khaled Hosseini, el novelista afgano contemporáneo por excelencia, nos acerca a la realidad de su país escribiendo historias cotidianas en las que los niños desempeñan un papel fundamental. Cometas en el cielo aborda temas como la amistad, la tradición, y las tensiones étnicas de Afganistán a través de una historia de amistad traicionada: la de Amir, un niño acomodado de Kabul, y su mejor amigo y sirviente hazara, Hassan. Mil soles espléndidos explora la difícil situación de las mujeres afganas centrándose en las vidas de Mariam y Laila, dos mujeres obligadas a convivir con un marido abusivo durante la guerra civil afgana. Los dos libros, publicados en 2003 y 2007, han generado un volumen de ventas enormes. Marc Foster llevó el primero a la gran pantalla en 2007, y se espera una adaptación cinematográfica de Mil soles esplénidos para 2015.

Yo soy Malala (Alianza Editorial, 2013)

Yo soy Malala es la historia de la ganadora más joven del premio Nobel de la Paz, Malala Yousafzai, contada por ella misma, con la ayuda de Christina Lamb, corresponsal de The Sunday Times. Estudiante de la ciudad de Mingora, en el distrito de Swat (Pakistán), más conocido como el valle del Swat, hasta 2009 bajo dominio talibán, Yousafzai dio su primer discurso en septiembre de 2008, con 11 años: “¿Cómo se atreven los talibanes a arrebatarme mi derecho a la educación?”. Cuatro años después era tiroteada por los talibanes cuando regresaba a su casa en el autobús escolar. Hoy es un símbolo global de la protesta pacífica, defensora del derecho de las niñas a la educación en un mundo donde 250 millones de sus congéneres no pueden ir a la escuela.

Flor del desierto (Maeva, 2009) y Amanecer en el desierto (Maeva, 2010)

Estos dos volúmenes de memorias, arquetipos de las historias de superación, tienen el valor del testimonio auténtico. En Flor del desierto, Waris Dirie cuenta sus primeros años de vida junto a su familia nómada en el desierto somalí, marcados por la ablación que sufrió a los cinco años y por su matrimonio forzado, a los 13, con un hombre mayor. Hasta aquí, el destino de demasiadas niñas en muchas regiones de África. Dirie, sin embargo, consigue huir atravesando el desierto y se refugia en Mogadiscio, de ahí llega a Londres, donde es descubierta por un fotógrafo y comienza su carrera de modelo. Desde entonces, Dirie es una de las más conocidas activistas mundiales contra la mutilación genital. Trabajó en la ONU como embajadora especial para combatir esta práctica en el mundo y ha creado su propia fundación (Desert Flower: http://www.desertflowerfoundation.org/). En Amanecer en el desierto, Dirie narra su regreso a Somalia y el reencuentro con su familia, alcanzadas ya la fama internacional y la estabilidad familiar.

Mi planta de naranja lima (Libros del Asteroide, 1968)

José Mauro de Vasconcelos narra en Mi planta de naranja lima la vida de Zezé, un niño precoz de exquisita sensibilidad que se culpa de cada travesura que comete, sin saber que se deben al contexto en que vive: un Brasil de alcoholismo, pobreza, desempleo, mafias, favelas y violencia (la ajena y la propia, ya que su padre le propina palizas). “En Navidad a veces nace el niño Diablo”, concluye ante la brutalidad que le rodea. Su inocencia a la hora de relatar una vida en el filo de la navaja donde siempre ronda la muerte hace al lector sentir angustia por no poderle rescatar, y convirtió al pequeño en una de las grandes figuras de la literatura brasileña. La obra fue superventas.