La extracción de petróleo guardado por una capa salina de 1.500 metros de espesor bajo 2.000 metros de agua marina frente a Cidade de Angra dos Reis, “un regalo de Dios”, como exclamó Lula da Silva, ya ha empezado a ser explotada por la empresa pública brasileña Petrobras. Unas reservas estimadas de 50.000 y 100.000 millones de barriles a un coste de extracción situado entre 45 y 65 dólares cuando el barril de brent se cotiza hoy en torno a 105-111 dólares. Su gran vecino del sur, Argentina, se ha tropezado con otra bendición celestial: gas y petróleo atrapados por un manto de pizarras bituminosas en el yacimiento de Vaca Muerta, provincia de Chubut. También los crudos pesados, descubiertos en la cuenca del Orinoco, añaden unas reservas probadas de petróleo a Venezuela de unos 325.000 millones de barriles, solo superadas por las de Oriente Próximo.
Paradójicamente, la producción global de petróleo está estancada o en caída en América Latina. Solo Brasil y Colombia, país este sin nuevos descubrimientos, han aumentado su producción de petróleo. Pero los grandes productores tradicionales, México y Venezuela, van en dirección contraria. En México, la producción en los últimos 10 años bajó de 3,6 a 2,9 millones de barriles/día y en Venezuela, de 3,2 millones en 2001 a 2,7 en 2011. En Argentina el descenso ha sido aún más acusado, de 830 a 601 miles de b/d.
Esta caída de la producción en América Latina coincide con un vuelco muy negativo de sus cuentas exteriores. En el periodo 2003-06 la balanza de pagos de la región se cerró con un superávit de 39.000 millones de dólares, pero en el periodo 2006-12 se registraría un déficit de 146.000 millones. En 2013 reaparece la inestabilidad en los mercados de capitales de los emergentes latinoamericanos, a raíz de las…