Havel: una vida
Michael Žantovský comienza afirmando cuáles deben ser las tres preguntas clave que alguien debe hacerse a la hora de redactar una biografía sobre un personaje público. Estas son: “¿El argumento es de algún interés para alguien, aparte del autor? ¿Ha habido otros tratamientos del asunto que pudieran satisfacer dicho interés? ¿Es el autor la persona adecuada para escribir sobre ello?”. Si dedicamos unos minutos a intentar responderlas, enseguida caeremos en la cuenta de que es una biografía la mar de oportuna.
La figura de Václav Havel (1936-2011, Praga) es fascinante. Una vida marcada por la pasión que conlleva el teatro y el compromiso de la política. Al fin y al cabo, en ambos hay que defender un papel sobre un escenario y frente a una audiencia. Y, en ambos casos también, solo el que verdaderamente crea en lo que está diciendo y tenga el talento para explicarlo, conseguirá transmitir su sentir, su pensar, su existir. Es evidente que esta comunión existía en Havel.
Esta biografía abarca las múltiples facetas del expresidente checo. Fue un enamorado del arte escénico. Estudió en la facultad de Teatro de la Academia de Arte Dramático de Praga, entre los años 1936 a 1967. Fue durante la primavera de Praga (1968) cuando se convirtió en el presidente del Club de Escritores Independientes. Desde entonces, su reconocida trayectoria profesional se desarrolla en dos escenarios, el del arte y el de la política. Tras la intervención soviética, se le prohíbe el estreno y la publicación de todas sus obras literarias. Por ello, se ve obligado a realizar otros trabajos que poco tenían que ver con sus habilidades y aptitudes intelectuales. Este es solo el inicio de una de las trayectorias más inestables, y más fascinantes, de la historia del siglo XX. Siempre en un límite muy difuso entre la victoria y el fracaso, que según la etapa tendía más hacia un lado u otro.
Solo alguien muy cercano a él podía escribir algo tan minucioso y detallado. En 1990, Žantovský se convirtió en el portavoz, secretario de prensa y asesor del que era su amigo desde siempre, Václav Havel. Durante su vida, ha combinado una carrera política y diplomática con el trabajo como autor y traductor al checo de muchos escritores británicos y americanos contemporáneos. A día de hoy es el director ejecutivo de la Biblioteca Václav Havel en Praga.
Es la primera biografía que se publica sobre él, esto sorprende ya que fue uno de los culpables del impass que sufrió Praga a finales de los años sesenta. Aunque si ponemos atención en su versatilidad y sus múltiples campos de actuación, comprendemos que no es tarea fácil recopilar toda una vida. En Havel: una vida, Žantovský dice que “la única forma de explicar y comprender la enorme y perdurable popularidad y relevancia de Havel […] es teniendo en cuenta no solo las áreas individuales de su obra y de su actividad, fascinantes y valiosas ya de por sí, o explorando los aspectos individuales de su compleja personalidad, sino más bien apreciando como encajan las piezas en un todo coherente, imperecedero y mutuamente reafirmante, aunque paradójico, que fue muchísimo más que la suma de sus partes”. Y es que eso fue Havel, una paradoja en sí misma.
En el número 175 de Política Exterior, se puede leer uno de los capítulos del libro, “De vuelta a Europa”, que habla de los años en los que se produjo la caída del muro de Berlín y el continente entraba en una nueva etapa. Un pequeño aperitivo de lo que en conjunto es todo un buffet libre de experiencias, pasiones y compromisos. Se puede decir que la figura de Havel representa la coherencia por la coherencia, consigo mismo, con sus ideales y con su idea de comunidad. En estos tiempos que corren, ¿por qué no darnos el placer de degustar una deliciosa dosis de coherencia?