La era de la energía barata ha finalizado. Los Estados de la Unión Europea se enfrentan a los retos del cambio climático, la dependencia de los hidrocarburos y el aumento de precios. La necesidad de un modelo energético de carácter comunitario es mayor que nunca.
Las distintas políticas europeas en materia de energía llevadas a cabo en las últimas décadas se encuentran en un profundo proceso de cambio. La era de la energía barata ha finalizado y los Estados miembros de la Unión Europea se enfrentan a los retos del cambio climático, la dependencia creciente de las importaciones de los hidrocarburos y el aumento de los precios de la energía. Por otro lado, la interdependencia entre los Estados miembros en el terreno de la energía, como en tantos otros, está aumentando, y un corte de suministro en un país tiene efectos inmediatos en los demás.
A raíz de estos acontecimientos, parece que los Estados miembros empiezan a tomar conciencia de la necesidad de pasar de un modelo energético nacional, en el que cada país se responsabiliza de adoptar sus propias decisiones para garantizar la seguridad de su suministro, a un modelo colectivo que va más allá de las fronteras europeas y que está decidido a luchar contra el cambio climático. Esta acción concertada representa una vuelta a los orígenes de la Comunidad Europea. Con el Tratado del Carbón y del Acero de 1952 (CECA) y con el Tratado Euratom de 1957, los Estados miembros fundadores reconocían la necesidad de un enfoque común sobre los problemas de la energía. Los mercados energéticos y las condiciones geopolíticas han cambiado desde entonces, pero la necesidad de una intervención comunitaria es mayor que nunca…