En el ciclo político que se abre con las elecciones del 6-9 de junio, la política energética y la acción climática de la UE –ámbito en el que Europa está en vanguardia–, va a evolucionar hacia un nuevo paradigma de política industrial verde centrado en la asequibilidad de costes energéticos crecientes para empresas y hogares, que será clave para la transformación y autonomía estratégicas de Europa a futuro. Las preocupaciones por la seguridad –física y económica– de una transición energética que ha llegado a un punto de inflexión y requiere acometer una inversión sin precedentes en los próximos años para mantenernos en una senda compatible con el objetivo de alcanzar una economía neutra en carbono, serán prioritarias en este ámbito. En Bruselas ya se habla más de la necesidad de un nuevo Industrial Deal que del Green Deal que ha sido la bandera de la Comisión saliente.
No es la primera vez que Europa crea un enfoque común de política industrial (p. ej. Agenda de Lisboa) como estrategia de crecimiento económico. Pero esta vez se plantea como una necesidad existencial frente a la doble amenaza del cambio climático y de la competencia geopolítica en la carrera actual por liderar las tecnologías del futuro. Retos que sólo desde un planteamiento común podrán ser eficazmente abordados.
Pacto verde europeo
En efecto, el Pacto Verde Europeo ha estado en los últimos cinco años en el centro de la agenda política comunitaria. En el período que acaba de cerrarse se ha aprobado la primera Ley Europea del Clima en 2021, que establece un objetivo vinculante para alcanzar la neutralidad en emisiones a largo plazo, y una extensa legislación de desarrollo en materia de política energética y de lucha contra el cambio climático, destacando el Paquete legislativo Fit-For-55 y la compleja reforma del diseño…