POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 161

Hablemos de Cuba

Raúl Castro lo anunció cuando llegó al poder en 2006: se retirará en febrero de 2018. En estos años, su misión es la transformación económica de Cuba.
Editorial
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Ni el modelo chino ni el vietnamita. Mucho menos, el soviético. Cuba sigue un modelo propio de cambio. ¿Lo conseguirá?

 

Raúl Castro lo anunció cuando llegó al poder en 2006: se retirará en febrero de 2018. En estos años, su misión es la transformación económica de Cuba. Las reformas abarcan la casi totalidad de la economía: agricultura, empleo, vivienda, inversión extranjera, servicios sociales, doble moneda, por citar solo las fundamentales. Son reformas promercado, liberalizadoras “a la cubana”. Ni el modelo chino ni el vietnamita. Mucho menos, el soviético. La línea roja es no perder el control: evitar a toda costa un escenario como el de la Unión Soviética en 1991. Cuba sigue un modelo propio de cambio. ¿Lo conseguirá?

A Raúl le quedan menos de cuatro años y los datos disponibles –en muchos casos estimaciones de los analistas– muestran que las metas no se alcanzan, que el cambio es demasiado lento. La creación de empleo por cuenta propia no es capaz de absorber el despido de trabajadores estatales; el recorte del racionamiento y la disminución del gasto han aumentado los precios y reducido la asistencia social, aumentando la población vulnerable y creando un latente problema social; la reforma agrícola, con la distribución en usufructo de la tierra ociosa del Estado como medida clave, no ha logrado incrementar la producción. Cuba importa más de un 70 por cien de los alimentos que necesita.

¿Cuáles son los obstáculos? ¿Qué reformas están funcionando? Y además de la economía, ¿hay otros cambios en marcha?

Queremos hablar de Cuba en el número de septiembre-octubre de Política Exterior porque están pasando cosas, y no solo en la economía. No sabemos en qué orden, pero la sociedad y la política cambiarán por una inevitable cascada de efectos, previstos e imprevistos. Cuba ya está cambiando gracias a los cubanos que montan sus negocios o cultivan la tierra. También los muchos jóvenes –entre los mejor cualificados de América Latina– que se van porque no ven futuro en la Isla. Lo hará asimismo una población que envejece y que ve reducida la asistencia social. Y cambiará como consecuencia de un entorno regional y global que favorece más que nunca las transformaciones emprendidas y las que quedan por hacer.

Cuba va a sorprender pronto con alguna noticia, que puede llegar como hecho biológico, con la muerte de Fidel o Raúl; como acontecimiento geopolítico, con un inesperado desenlace de la crisis en Venezuela, o con la llegada a la Casa Blanca de una Hillary Clinton que ha dejado clara su disposición a dar un giro a la política de Estados Unidos hacia Cuba. Podría llegar asimismo desde dentro, con un creciente malestar social que aglutine a una oposición renovada dispuesta a salir a la calle y a miembros del régimen descontentos con los cambios. Esta, sin embargo, parece la hipótesis menos plausible.

Para no elucubrar sobre lo que está pasando en Cuba y sobre su futuro, hemos reunido a tres expertos: dos cubanos, el otro español. Carmelo Mesa-Lago, asentado en EE UU, analiza las siete reformas económicas clave. Su repaso va mostrando la complejidad de cada una de ellas y cómo factores asociados dificultan y a veces impiden alcanzar los objetivos. Su conclusión es clara: si no se aumenta el ritmo y la profundidad de las reformas, es difícil que tengan éxito. También advierte del riesgo que supone la dependencia de Venezuela, que hoy aporta el 21 por cien del PIB cubano. El reto: cómo evitar que unas reformas más rápidas manden a la pobreza a millones de cubanos.

Desde La Habana, Carlos Alzugaray presenta el contexto internacional y la actualización en marcha de la política exterior cubana. También en este ámbito, terminar con las dependencias (antes Rusia, hoy Venezuela) es prioritario. El multipolarismo actual impulsa la creación de nuevas alianzas que, a su vez, refuercen las reformas económicas.

Lo que suceda en Cuba tendrá impacto en España. La entrevista con Carlos Alonso Zaldívar, embajador en La Habana entre 2008 y 2009, es lectura imprescindible. No solo para entender la vinculación, en todos los niveles, entre España y Cuba, sino las razones de una política que, criticada en su momento, ha demostrado su efectividad a largo plazo, acercándose a las posiciones latinoamericanas respecto a la Isla. “La transformación pacífica del sistema económico y político es lo que quiere la mayoría de los cubanos”. Zaldívar muestra el que, según él, es el único camino posible para España en su relación con Cuba.

Pero Zaldívar habla de mucho más: de las fuerzas favorables y resistentes al cambio, de la nueva oposición encarnada en Yoani Sánchez, de los servicios de inteligencia, de la industria del tabaco, y, como no, de Fidel y su fracasado proyecto, un proyecto más “ético-religioso” que político.