“Ganar es importante”, ha dicho el secretario de Estado, Mark Esper. La victoria, además de garantizar, al principio, un acceso privilegiado a las limitadas cantidades de vacuna, ofrece grandes premios geopolíticos, diplomáticos y económicos.
En solo siete meses, la pandemia ha infectado a casi 17 millones de personas, provocado más de 650.000 muertes y una crisis económica sin precedentes desde el crac de 1929. Diversas previsiones apuntan a que la pandemia podría matar a 40 millones de personas y reducir el PIB global en 12,5 billones de dólares a finales de 2021. Por ello, los servicios de inteligencia están en la primera línea de la guerra contra el virus y en la consecución de una de las 180 vacunas que se están desarrollando, 25 de ellas ya en fase experimental.
EEUU ha detectado intrusiones de piratas informáticos rusos en laboratorios farmacéuticos que investigan la vacuna. En la última década, el FBI registró un aumento del 1.300% de casos de espionaje relacionados con China. El consulado de Houston reclutaba voluntarios para un programa de captación de expertos en sectores tecnológicos estratégicos, que la CIA considera un método encubierto de espionaje industrial.
Si China consigue primero la vacuna, su economía despegará…