El conflicto argelino no es ni un conflicto religioso ni una segunda guerra de liberación: es, sin que quepa alguna duda, una guerra civil, aunque sus principales protagonistas traten de demostrar lo contrario. Después de analizar la evolución del conflicto y sus causas, el autor llega a la conclusión de que sólo hay tres posibles soluciones: una guerra abierta hasta la completa eliminación de los islamistas, una mayor integración del islamismo en el Estado argelino y la creación de un partido político por parte de los islamistas que renuncien a la violencia.