El gran enigma ruso

Vladímir-Súzdal. Pablo I. Alejandro III. Octubre de 1917. Lenin. Stalin. Gorbachov. Yeltsin. Putin. Ucrania. Sobre todo esto y más escribe Rainer María Matos Franco en Historia mínima de Rusia, uno de los últimos volúmenes de la interesante serie de la editorial Turner. El licenciado en Relaciones Internacionales en la Universidad de México y maestro de Estudios de Rusia y Eurasia por la Universidad Europea de San Petersburgo, intenta “descifrar el enigma ruso” en un libro que abarca, brevemente, nada menos que trece siglos de historia con incluso algunas notas sobre el Paleolítico. La idea a lo largo del escrito es responder a tres preguntas: ¿por qué estudiar Rusia?; ¿quién o quienes son Rusia?, y ¿qué es Rusia? Porque al fin y al cabo, “Rusia importa”.

Mirar hacia Rusia suele provocar fascinación, mezclada a veces con el rechazo y el temor. “¿Qué ha sucedido en la historia rusa para producir pasiones tan encontradas?”. Esta es la pregunta con la que el autor inicia su periplo. No cabe duda de que la historia de este país –o subcontinente– es controvertida, ¿cuál no lo es?, pero en el caso ruso los últimos 100 años no dejan indiferente a nadie. Desde que todo cambió aquel octubre de 1917, desde Occidente historiadores, intelecutales y activistas se ha centrado, en demasiadas ocasiones, en tergiversarlo todo y la literatura académica no se ha solido parado en intentar entender las causas de transformación del país, tampoco en tratar de despiezar la amalgama de diferentes pueblos, creencias y costumbres que conforman Rusia.

La importancia de Rusia a nivel internacional ha ido creciendo a pesar de sus años de “parón” después de la disolución de la URSS. De hecho, Rusia vuelve a ser hoy uno de los principales centros de la política mundial. Su cualidad como miembro permanente en la ONU, su participación en el G-20 y en el G-8, en la OSCE y en los BRICS son prueba de ello. Ahora bien, el subdesarrollo de su economía –sí, Rusia tiene un PIB similar al de Italia– y de sus instituciones, se configuran como su amenaza más grave y también como su principal punto de debilidad. Mientras, la censura y la represión, digital y no, van debilitando los derechos humanos en el país.

El libro de Matos Franco dejará más que satisfechos a quienes aborden su lectura para buscar una visión ordenada, documentada, sugerente y cuidadosa con numerosos datos sobre cada acontecimiento histórico. Ahora bien, se hecha en falta un mayor espíritu crítico, pues muchos capítulos se quedan en un desarrollo meramente descriptivo. Pero una cosa es cierta: sin incluir críticas directas, pues, como dice el autor, su obra no pretende ser un ensayo sobre “qué debe ser Rusia”, Matos Franco sí que consigue desmontar algún que otro mito.