A medida que aumentan los intereses económicos en juego, países grandes y pequeños, cercanos y lejanos, suben sus apuestas en el Ártico. Mientras muchos analistas aventuran una creciente rivalidad, la región continúa siendo una de las más pacíficas del planeta.
Debido a los cambios en el clima y a los avances tecnológicos, la importancia geoestratégica del Ártico crece a mayor velocidad que el deshielo de la zona. Esta región, que comprende una superficie 40 veces mayor que la de España, incluye el océano Glacial Ártico y las áreas de tierra que lo circundan, pertenecientes a Groenlandia, Eurasia y América del Norte. Ocho son los países considerados árticos: Canadá, Dinamarca (por Groenlandia), Noruega, Rusia, Estados Unidos, Suecia, Finlandia e Islandia.
¿Dónde radica el paulatino incremento del interés por el Ártico? Sin duda, se debe a las oportunidades económicas que presenta como consecuencia del proceso de pérdida de masa helada, que parece imparable. Este supone una disminución del volumen de hielo marino del 12 por cien cada 10 años. Durante el verano de 2012, por primera vez, la superficie helada descendió de los cuatro millones de kilómetros cuadrados (ocho veces la superficie de España). Al mismo tiempo que la sociedad internacional alza su voz de alarma ante estos cambios que alteran el equilibrio medioambiental del planeta, estas previsiones representan una oportunidad en términos de explotación de una región bendecida con todo tipo de recursos. Este deshielo permitirá acceder a importantes depósitos de hidrocarburos, minerales y pesqueros, y abrirá nuevas vías comerciales para el transporte marítimo y el turismo.
Nuevas rutas y riquezas
Dos son las principales rutas que quedarían abiertas casi de manera permanente, acortando la distancia entre Asia y Europa: la del Noroeste y la del Noreste. La primera bordea la costa septentrional norteamericana, conectando el océano Atlántico y el…