Lo sucedido en el territorio palestino de Gaza entre el 27 de diciembre y el 18 de enero tiene una considerable importancia y es un pico en el largo proceso de violencia y confrontación entre palestinos e israelíes en los últimos tiempos.
La cifra final de bajas fue de alrededor de 1.400 muertos palestinos, de los que unos 500 eran civiles y, de ellos, más de 300 niños. Israel perdió 10 soldados y tres civiles. Pero no ha sido sino un episodio más del antiguo conflicto, y su relevancia política y estratégica sólo puede ser ponderada insertándolo en tal conflicto. Lo que sigue es un pequeño intento en ese sentido y ver si lo sucedido ofrece datos que permitan darle el valor potencial de portador de cambios.
En ese orden, es necesario examinar primero hechos anteriores al alto el fuego del 20 de enero y más cercanos a la percepción de las operaciones por las dos partes y su evaluación y/o utilización como herramientas políticas y/o diplomáticas.
Del lado israelí anotamos los siguientes:
1. La extendida versión que atribuye al gobierno la valoración preelectoral (las elecciones anticipadas del 10 de febrero) para decidir el ataque que, es cierto, ha ayudado a los partidos centrales de la coalición –Kadima (Tzipi Livni) y Laboristas (Ehud Barak) a mejorar su posición en las encuestas, aunque no alteró entonces la condición del Likud como el partido más votado.
2. La versión del “mensaje” a Barack Obama, el pretendido intento de marcarle el territorio dejándole claro que sean cuales fueren sus planes en Oriente Próximo, Israel entiende mantener total autonomía de decisión en lo tocante a su seguridad, el recurso a medios militares o la relación con sus vecinos.
3. Se reconoce que la acción equivale a una especie de venganza oficiosa por lo sucedido…