Tras el espejismo de que el parón sería breve y volveríamos a la normalidad, nadie tiene ya dudas: el Covid-19 marca un antes y un después para la economía, la globalización, la geopolítica y nuestros estilos de vida. Además pone a la Unión Europea ante el mayor reto de su historia. Siendo francos, el dilema para los 27 es, lisa y llanamente, relanzarse o periclitar, aunque sea de forma paulatina.
En estas últimas semanas se ha especulado mucho sobre la creación de una especie de “frente sur” dentro de la UE, capitaneado por Italia y España, al cual se podría sumar Francia. Tras el Brexit, Roma, París y Madrid suman el 34% de la población y casi el 40% del PIB de la Unión, rozando el 50% del de la zona euro. Conformarían un sólido contrapoder a Alemania y los halcones del norte. Podrían así decantar la balanza hacia una solución solidaria para relanzar la economía, en neta contraposición con las decisiones tomadas hace una década.
Las visiones binarias pecan por lo general de simplistas y resultan útiles solo para los resúmenes periodísticos o las peroratas de algún político. Si bien es cierto que hay una sintonía en la postura de los países del sur del continente, las cosas son, como de costumbre, más complejas. No hay un frente unido del norte y tampoco lo hay en el sur. Hay, como mucho, convergencias, veremos si duraderas o extemporáneas. Además, las divergencias y rencillas entre Roma, París y Madrid no son menores.
Nuevos equilibrios
Desde mediados de marzo se han producido movimientos que permiten la creación de nuevos equilibrios en la Unión. Italia ha exigido una mutualización de la deuda a través de la creación de coronabonos, una versión actualizada de los eurobonos que llevan años en discusión entre los…