El 3 de octubre de 2020, víspera de la fiesta de san Francisco de Asís, el papa Francisco publicaba su última encíclica, Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social. Se trata de un documento que se inscribe en el género de la carta encíclica: el Papa se dirige a creyentes y no creyentes en una “carta abierta”. Es el género corriente en que se ha expresado el magisterio social de la Iglesia católica, tradición de pensamiento que comenzó con la encíclica Rerum novarum en 1891 y que Francisco recoge y actualiza.
Como indica su título, Fratelli tutti (Todos hermanos) quiere centrarse en dos valores que el pontífice subraya como fundamentales en la vida social: la fraternidad y la amistad social. El Papa quiere invitar a una “fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite” (1). Con la elección de estos valores se percibe la intención de llevar la mirada sobre la vida social más allá de una visión contractualista, y reconocer las obligaciones que tenemos los seres humanos unos con otros por nuestra común humanidad que nos hace hermanos.
Vamos a acercarnos a este documento para ver qué posición adopta en cuanto a las relaciones internacionales en general, y en cuanto a un problema concreto: las migraciones. Este acercamiento permite reconocer a la Iglesia católica, y por extensión a cualquier otra tradición religiosa, como un actor más en la construcción de la comunidad global a la que intenta contribuir a partir de sus propias fuentes religiosas. Al referirnos al documento incluiremos entre paréntesis el número de párrafo al que hacemos referencia.
Mundo cerrado frente a mundo abierto
Los valores centrales de Fratelli tutti –fraternidad y amistad…