POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 147

Francia: poderes y límites del semi-presidencialismo

Daniel Amson
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Las elecciones presidenciales y legislativas de 2012 pueden dar lugar a un escenario ya conocido en Francia: la cohabitación. La dirección futura del país no dependerá solo de quién sea presidente.

Por novena vez en la V República los franceses elegirán dentro de unos días a su presidente por sufragio universal directo. El 21 de diciembre de 1958, el general Charles de Gaulle fue elegido por un colegio de 80.000 notables. El 10 de diciembre de 1848, bajo la II República, Luis-Napoleón Bonaparte, futuro Napoleón III, había sido elegido presidente también por sufragio universal directo.

Sin embargo, la actual campaña se desarrolla como si el futuro jefe del Estado dispusiera del poder para decidir la política de la nación en casi todos los campos. Los principales candidatos, François Hollande y Nicolas Sarkozy –también los otros, desde luego– actúan como si una vez producida la elección, el vencedor del escrutinio pudiera resolver los problemas que se le presenten al país en materia económica, financiera o social y conducir así la diplomacia francesa, tanto en lo que se refiere a los miembros de la Unión Europea como a otros países.

Los franceses van a designar a su jefe de Estado en la segunda vuelta del 6 de mayo y el 10 y 17 de junio votarán para renovar íntegramente la Asamblea Nacional. Resulta por tanto que no puede excluirse en 2012 la hipótesis de una cohabitación. Si llegara el caso, el jefe del Estado elegido en mayo quedaría privado de sus atribuciones para orientar la política del país.

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