Tras una lógica económica y financiera, los fondos soberanos pueden tener una lógica política que los convierte en agentes geoestratégicos. Seis billones de dólares (el nueve por cien del PIB mundial), más de un tercio de ellos en Oriente Próximo, justifican su seguimiento y análisis.
Se denomina “paradoja de la abundancia” a la crisis económica que sufre un país como consecuencia de la acumulación de desequilibrios económicos derivados de un periodo de fuerte expansión asociado a uno o varios impulsos, externos o internos. Si los efectos positivos iniciales del crecimiento no son controlados o compensados por parte de las autoridades económicas, transcurrido un periodo de tiempo generan una recesión. El avance del PIB de los países periféricos de la zona euro entre 2003 y 2007, vinculado a unas condiciones monetarias muy expansivas y a un intenso flujo de financiación vía inversión en cartera desde los países centrales, es un ejemplo de esta paradoja. Porque el fuerte crecimiento del crédito bancario y su efecto expansivo sobre el PIB no encontró por parte de la política fiscal el necesario efecto contracíclico (más bien lo contrario) y el aumento de los salarios fue claramente superior al de la productividad. Los abultados y crecientes déficit por cuenta corriente o la sobrevaloración de los activos inmobiliarios son solo evidencias adicionales de una paradoja de la abundancia, con muy negativo desenlace en términos de renta per cápita.
Una versión más específica de esta paradoja es la enfermedad holandesa, que se refiere a los desequilibrios económicos que sufre un país como consecuencia de una fuerte entrada de divisas asociada al encarecimiento de una materia prima de la que el país es exportador neto. Este término fue propuesto por The Economist en 1977 tras las distorsiones observadas en los Países Bajos por el descubrimiento de reservas de gas…