Para los no expertos en la materia o para las generaciones más jóvenes, afirmar que la historia del Estado de Israel no se entendería sin lo que hoy conocemos como Partido Laborista de Israel, puede resultar muy extraño, o casi inverosímil si nos atenemos a los resultados de esta formación en las pasadas elecciones de septiembre de 2019, en las que su representación ha sido la más baja de su historia con seis escaños. No son pocos los analistas en Israel que vaticinan la desaparición de este histórico partido en un escenario político, el israelí, tremendamente volátil y coyuntural. Pero más allá de los escenarios de futuro, conviene hacer una mirada retrospectiva de lo que ha supuesto el laborismo israelí para entender la magnitud de su caída, hecho este íntimamente ligado a la radical transformación que ha sufrido la sociedad de este país desde el fracaso de los acuerdos de Oslo hasta la actualidad.
Los orígenes del laborismo israelí: la época ‘preestatal’
Los orígenes del Partido Laborista de Israel (Ha’avodah) se remontan a lo que la historiografía israelí denomina como época “preestatal”, aquella que trascurre desde las primeras aliyot (plural en hebreo de aliyah que, aunque literalmente significa ascenso, hace referencia a la migración de población judía a Palestina), impulsadas por el sionismo político tras su nacimiento en agosto de 1897, hasta la creación del Estado el 14 de mayo de 1948. Un número significativo de los componentes de estas migraciones, sobre todo de la segunda (1900-14) y tercera (1919-23), articularon la fuerza dominante en la yishuv (comunidad política judía en Palestina) que fue Ahdut Ha’avodah (Unión del Trabajo) en 1919, formación socialdemócrata y, por tanto, opuesta al marxismo. Un año más tarde, y prueba de la potencia y del control del sionismo de izquierdas en Palestina, no así…