Si la Unión Europea se construye a golpe de crisis, 2015 dio grandes oportunidades para avanzar en el proceso de integración. El año terminó con los efectos de los atentados de París el 13 de noviembre, que volvieron a poner encima de la mesa el frágil equilibrio entre libertad y seguridad, la necesaria coordinación de los servicios de inteligencia europeos o lo difícil que resulta acabar con el terrorismo yihadista mediante bombardeos en países terceros. Pero más allá del 13-N, 2015 ha estado marcado por tres crisis que han hecho tambalear los cimientos del proyecto europeo, cuestionando algunos de sus mayores logros. Las crisis de Grecia, de los refugiados y la posible salida de Reino Unido han suscitado dudas, respectivamente, sobre la viabilidad de la moneda única, de la libertad de movimientos y de que la Unión se esté enfrentando a la salida de uno de sus miembros por voluntad propia.
Estas tres crisis pueden analizarse de modo alternativo. Más que fijarse en sus desarrollos o factores causales, es posible realizar un ejercicio prospectivo, con el fin de presentar los escenarios de la integración europea en el horizonte 2020. La redacción en tiempo presente dará una idea de cómo sería Europa si se impusiera alguno de los tres escenarios previstos: el de ensueño, el continuista o el catastrofista. Como punto de partida, se constata que Europa se encuentra hoy en un punto crítico. Ocho años de crisis económica han dejado en herencia un proyecto donde predomina la división entre acreedores y deudores, mientras que la llegada masiva de refugiados a las fronteras europeas ha suscitado tensiones entre países del este y oeste de Europa que parecían olvidadas.
En todas las crisis que azotan el continente se han impuesto las dinámicas de renacionalización de las políticas de los Estados miembros, quienes…