La crisis actual en las relaciones bilaterales ha sido imputada por Marruecos a la política española respecto al Sahara Occidental y a la reacción de Madrid tras la ruptura del acuerdo de pesca. En ese escenario se inscribe la actitud compartida de la opinión pública de los dos países, que muestra una notable incomodidad por esa vecindad que la geografía impone.