La Unión Monetaria Europea (UME) constituye la culminación del proceso de integración europea iniciado con la firma del Tratado de Roma en 1956. Significa sin embargo un salto cualitativo, ya que implica la renuncia por parte de los Estados miembros a una cuota importante de su soberanía económica.
El, proyecto tiene sin duda una gran singularidad histórica: por primera vez la unión monetaria irá por delante de la unión política, ya que no parece probable que en el terreno político se produzcan en el futuro inmediato avances radicales. Sin embargo, el procedimiento no es del todo novedoso, puesto que la propia creación de la CE respondió a la idea de que sería más fácil avanzar en la unión política de Europa a través de la integración económica, idea que el tiempo ha demostrado ser enormemente fructífera.
La reacción española al lanzamiento del proyecto de la unión monetaria por el Consejo Europeo de Hannover en 1988 fue positiva, en línea con el europeísmo de la opinión pública y de la gran mayoría de las fuerzas políticas. Tengo sin embargo algunas dudas sobre si hemos tomado conciencia de las enormes implicaciones de este proyecto y de los cambios profundos que supondrá en el funcionamiento de aspectos vitales de nuestra vida económica.
La unión monetaria consiste en la fijación irrevocable de los tipos de cambio. No es pues necesario que desde el primer momento exista una moneda única, aunque lógicamente ésta terminará por nacer, aunque sólo sea porque ello elimina el riesgo, siempre posible, de que un país miembro incumpla sus compromisos y proceda a variar el tipo de cambio de su moneda.
Una primera ventaja de la UME que se ha destacado mucho, porque es fácilmente comprensible para todos, es la reducción de los costes en que los agentes económicos de la…