Cuando el Partido Socialista, vencedor en las elecciones de 1982, ocupó el poder ejecutivo en España, las relaciones entre la OTAN y nuestro país habían ya desarrollado un breve pero intenso período de negociaciones, conducido por nuestros representantes en la sede central de la Alianza. Por cuatro veces durante el año 1982 se entrevistaron en sucesivas rondas los delegados españoles y los miembros de un llamado Comité de Coordinación, presidido por el secretario general adjunto y director de la División de Planes y Política de Defensa, el británico David Nicholls. Estas entrevistas tuvieron resultados concretos, puesto que al término de la última existían bases de acuerdo suficientes como para presentar a las altas autoridades de la Alianza un documento donde quedaron resumidas las conclusiones de la fase exploratoria. Y el recuerdo actual de aquellas negociaciones no tiene interés puramente histórico, puesto que gracias a ellas se pudo demostrar cómo los problemas suscitados por el ingreso de España en la OTAN podían recibir razonables soluciones. Cosa, por otro lado, enteramente lógica, puesto que no resultaba concebible que, si España recibía la invitación de adherirse, viniese a resultar luego, su adaptación al esquema aliado, una operación imposible. Si los quince países miembros consideraban factible el ingreso de España en la Alianza, lo tenía que ser, igualmente, nuestra incorporación a la estructura militar integrada, que era el destino natural en 1982 de nuestras fuerzas dentro del esquema general.
En cualquier caso, las negociaciones exploratorias de 1982 di un proyecto de integración militar de España enteramente verosímil, al menos al escalón de la teoría, aunque como es natural quedase aún por recorrer el tramo político de la Integración, sin duda alguna, mucho más complicado. Pero para comenzar un repaso a la historia de nuestras relaciones con la OTAN resulta indispensable partir de aquellos resultados…