>   NÚMERO 30

España y el desafío chino

Carta a los lectores
 | 

Cuando se escriba la historia de nuestro tiempo, es posible que ni el terrorismo ni Irak sean lo más destacable. Aunque los grandes cambios estructurales suelen apreciarse sólo cuando ya se han producido, el sistema internacional vive una transformación cuyo impacto resulta hoy evidente para quien quiera verlo. Y sus causas no tienen que ver ni con Al Qaeda ni con la doctrina Bush. Son la globalización económica, la revolución tecnológica y la redefinición del concepto de soberanía –y, por tanto, del papel del Estado-nación– los factores que están rehaciendo el mundo que conocemos desde la paz de Westfalia. Son también los elementos que explican el desplazamiento del equilibrio global de poder en una nueva dirección: Asia. Sí: China por fin se ha despertado, pero también India y el resto del continente.

Es China el objeto de este número de ECONOMÍA EXTERIOR. Y es España uno de los países industrializados que más tardíamente está respondiendo al desafío chino. Razones históricas –un alejamiento de un siglo de Asia–, de coyuntura económica –la concentración de las inversiones en América Latina– o el mero miedo a lo desconocido han llevado a unas raquíticas cifras comerciales y de inversión entre España y China. Algunas empresas empiezan a reaccionar –otras, muy pocas, supieron situarse hace años– pero sigue faltando una estrategia que parta del reconocimiento de esta obviedad: quien no esté en China sencillamente no participará en el futuro juego global. La administración española empieza a ser consciente del reto y avanza en la formulación de una estrategia asiática, aunque luego no aporte los recursos necesarios para ejecutarla. Pero son los empresarios quienes deben dar el salto adelante y entender que, en la era de la globalización, sus intereses y sus grandes oportunidades de futuro se juegan, sobre todo, en Asia.

El primer paso para…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO