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España y América Latina: comunidad de responsabilidad limitada

Luis Esteban G. Manrique
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El desarrollo de las relaciones entre España y América Latina en los últimos 20 años ha tenido su mayor concreción en las Cumbres Iberoamericanas, instituidas en 1991. Sin embargo, nada ha elevado tanto la visibilidad de España en la región como la presencia de sus multinacionales.

George Bernard Shaw solía decir con cierta ironía –y mucha perspicacia– que Gran Bretaña y Estados Unidos eran “dos países separados por el mismo idioma”. Algo similar se podría decir sobre España y sus ex colonias latinoamericanas, que mantienen una relación marcada por criterios de identidad que la hacen especialmente compleja. Los vínculos históricos y la comunidad idiomática y cultural favorecen los entendimientos, pero también los malentendidos de países que creen conocerse mucho más de lo que en realidad se conocen. España se siente parte de una región que considera ámbito natural de su política exterior.

Significativamente, muchas de las disonancias y confusiones comienzan con el propio término que en España se suele utilizar para denominar la región: Iberoamérica, que en ocasiones integra a España y Portugal, pero que la mayoría de las veces se utiliza para referirse únicamente a los países de América Latina, sin que haya un criterio establecido en los medios de comunicación y las instituciones oficiales españolas para precisar su uso. Independientemente de su validez o precisión, América Latina es un nombre que tiene la legitimidad de un uso interrumpido desde mediados del siglo XIX y que hoy es reconocido oficialmente por todas las instituciones internacionales.

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