Españoles y alemanes comparten una misma agenda europea; ambos juegan sus intereses, proyectos y ambiciones en un proceso que les vincula junto a los otros 13 miembros de la Unión Europea. En algunos casos, como el euro, en una vía de naturaleza federal. Sin embargo, no parece igualmente claro que Alemania y España tengan hoy una visión y unos objetivos comunes ante el futuro de la construcción de Europa, eje central de esa agenda comunitaria que comparten. No siempre ha sido así en el pasado. En otros momentos, España y Alemania, desde sus respectivos proyectos nacionales, han mantenido, con otros países, una posición central en el impulso a la construcción europea.
Después de Niza, Alemania, con un vigor que avala su reforzado liderazgo, parece tomar las riendas de un nuevo impulso a la integración europea. Aunque, sin duda, existen cuestiones en que sus intereses son divergentes, la agenda europea de Alemania responde a una visión también existente en el conjunto de las fuerzas políticas y la gran mayoría de la sociedad española.
La apuesta de Alemania adquiere especial trascendencia en el momento político que vive hoy Europa. Difuminados los liderazgos que impulsaron a un proyecto común en el pasado más reciente, la “euroesclerosis” es hoy el rasgo que caracteriza a la UE. Y en esas condiciones se abordan retos tan trascendentales como la ampliación de la Unión o la conferencia intergubernamental (CIG) de 2004. Alemania no podrá llevar adelante su proyecto en solitario. Pero mientras ese país ha dado en Niza un paso importante en sus objetivos nacional y europeo, España parece carecer hoy de un proyecto en Europa. Lo expresó muy bien el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Joscka Fischer: “España tiene un papel en Europa, pero nos gustaría saber qué papel quiere jugar España”.
Los ciudadanos que han…