En 1998, el ministro de Industria y Energía hacía balance de la economía española desde el desastre del 98 con la pérdida de las colonias. Destacaba los cambios vividos en España y sus esfuerzos económicos y sociales para poder converger en 1999.
El ministro Josep Piqué hizo una visita oficial a Cuba el mes de junio último. No fue un viaje protocolario: tuvo verdadero significado político. Siete meses después, el régimen de Fidel Castro ha decidido nuevos procesamientos por actos que, en las democracias europeas, serían materias opinables, dentro del legal contraste de ideas. Poco partidarios como somos de publicar discursos, creemos que éste debe presentarse íntegramente: encuadra claramente las diferencias entre dos sistemas, plantea una esperanza de rápida liberalización y aboga por preservar, por encima de cualesquiera diferencias políticas, la amistad entre Cuba y España. España no admitirá ningún atentado contra los derechos humanos -empezando por la libertad del pensamiento y su expresión- aunque mantenga su afecto activo, constante y fraternal por el pueblo cubano:
Creo que recurrir a nuestro pasado es inevitable para entender tanto nuestro presente como nuestro futuro. De ahí que mi exposición conste de dos partes. Una primera, con un breve repaso a nuestra historia económica en este siglo, se centra en aquellos episodios que me parecen más significativos y que más nos pueden ayudar a entender la profunda transformación que ha experimentado España a lo largo de las últimas décadas. En la segunda parte, se trata de mirar hacia adelante, haciendo referencia a los retos que, con la llegada del nuevo milenio, deberá afrontar España como país.
El 10 de diciembre de 1898, la firma del tratado de París, que sancionó la pérdida de las últimas colonias españolas en América y Asia (la de Cuba fue, sin duda, la más sentida) fue el aldabonazo que…