Estamos ante alguien a quien le gustaría ser el último alto cargo de la historia de su institución. Es el nuevo máximo responsable de un organismo cuyos trabajadores y colaboradores sueñan con que desaparezca como entidad. Este atípico deseo es explicable, porque la Agencia de las Naciones Unidas nació para pervivir durante tres años y lleva ya más de 60 atendiendo a los más desfavorecidos entre los palestinos. El drama se ha prolongado mucho más de lo predecible y sencillamente, quienes saben lo que supone la vida de los refugiados tienen como objetivo final que se acabe este drama humano y que la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo) ya no tenga razón de ser.
En 1948, año de la Nakba (la catástrofe) unos 700.000 palestinos fueron desposeídos de sus hogares, sus tierras y su forma de vida. Ese momento histórico les convirtió en refugiados y hoy, sus descendientes suman ya 4,7 millones de personas, un tercio de la población refugiada del mundo.
Sin embargo, todavía hoy, la cuestión de los desposeídos palestinos no se ha discutido de forma oficial en ninguna de las negociaciones de paz.
La responsabilidad de la atención de los servicios básicos para este inmenso colectivo cae ahora en manos de Filippo Grandi, un milanés de 52 años que ha trabajado durante 26 de ellos en el campo humanitario y en concreto 22 en las Naciones Unidas.
La conversación con Grandi se de-sarrolla en un céntrico restaurante madrileño. El italiano ha visitado España por primera vez como Comisionado General de la UNRWA. Ha relevado en el cargo a la carismática Karen Abu Zayd, una mujer que ha dejado huella en su equipo, una persona que no dudó en denunciar los desastres ocasionados por el ataque a Gaza en diciembre…