Hace ahora dos décadas, en diciembre de 2001, se declaró en bancarrota una de las empresas más innovadoras del mundo. Una compañía que, partiendo de humildes orígenes en un sector ya maduro –la gestión de gasoductos– se convirtió en uno de los mayores emporios del planeta. Admirada y temida a partes iguales, a pesar de que los analistas financieros nunca llegaron a comprender bien del todo de dónde procedían sus inmensos beneficios, Enron acabó descubriéndose como un gigantesco castillo de naipes contables.
La compañía estadounidense se creó en 1985 a partir de la fusión de Houston Natural Gas e Inter North, dos empresas dedicadas a la gestión del gas. En esta dupla, Inter North era la de mayor tamaño, construida gracias a una gestión prudente y un crecimiento pausado. Por su parte, Houston Natural Gas había crecido con rapidez en los años anteriores, a lomos de agresivas operaciones de compra…